9/14/08

La tragedia de DFW

Me gustaba llamarlo DFW, sobre todo en mis conversaciones con Roberto.  Roberto tiene una buena recopilación de links a sus trabajos. He notado que muchos lo llamaban DFW y sospecho que era por la peculiar forma de usar sus tres nombres sin abreviar: David Foster Wallace. Como que no podías llamarlo David Wallace o sólo Wallace. Era el nombre completo o DFW de una vez.

¿Por qué me pongo a hablar de tonteras como el nombre, cuando DFW acaba de suicidarse?

Porque así era DFW. Así escribía. Era increíblemente gracioso y detallista, incluso cuando escribía sobre cosas horrorosas y angustiosas. Uno de sus "trademarks" era el uso de pies de página (y en ocasiones pies de página de los pies de página), como si estuviera escribiendo un libro académico en vez de ficción. 

Normalmente leo los autores porque me los recomiendan. DFW ocupa un lugar especial en mi corazón de lector porque no lo leí por recomendación. Había escuchado de él y de su monumental novela Infinite Jest, pero no me nacía leerlo ya que pensé que era pura hipérbole para levantar la imagen de un escritor gringo. 

En eso un buen día hace dos años, cuando acababa de llegar a los EEUU, estaba leyendo acerca del US Open en el NYTimes. En la sección noto un artículo con un título peculiar: Roger Federer as Religious Experience.

Me puse a leerlo y me di cuenta que estaba ante un escritor y una mente realmente excepcional. Nunca me fijo en los autores de artículos de periódico, pero ese día tuve que hacerlo. Naturalmente, era David Foster Wallace. Después de eso seguí buscando los ensayos disponibles en Internet y me compré Infinite Jest, el cual leí el verano boreal del 2007 e inmediatamente se convirtió en uno de mis libros favoritos.

De los obituarios que he leído, me gusta este de Newsweek. La descripción que hace de DFW como un genio que de casualidad escribe (en contraposición a un escritor que de casualidad es un genio) me parece muy apta. Siempre me dio la sensación que DFW poseía una lucidez mental y una erudición fuera de serie y que eso se reflejaba en sus escritos, no que fuera tan bueno escribiendo, sobre todo porque era poco disciplinado para escribir y solía extenderse mucho.

Algún día escribiré sobre Infinite Jest, pero hoy sólo diré que el mundo ha perdido una de sus mentes más originales. David Foster Wallace apenas tenía 46 años. 

Repetiré eso: 46 años. Sus fans esperábamos décadas adicionales de genialidades y en particular, yo imaginaba que algún día iba a escribir un nuevo Infinite Jest, con la madurez de los años, pero siempre con ese humor e intelecto. Ya nunca ocurrirá.

RIP, DFW.

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